Los nueve tipos de personalidad del eneagrama
Origen e Historia
El eneagrama es un prodigioso sistema que identifica nueve tipos distintos de personalidad, denominados eneatipos, mezclando elementos de la mística oriental con la psicología occidental.
Los orígenes del eneagrama se remontan a Oriente Próximo. Fue transmitido oralmente por los maestros sufíes hasta principios del siglo XX, momento en que se publicó el primer libro sobre el eneagrama.
Pese a que Dante y filósofos como Pitágoras y Aristóteles lo utilizaran en su obra y enseñanzas, su máximo representante fue George I. Gurdjieff, quien introdujo el término por primera vez y lo popularizó en Occidente. No obstante, fueron su discípulo, Piotr D. Ouspensky, y los psiquiatras Óscar Ichazo y Claudio Naranjo, quienes aportaron nuevos descubrimientos y se encargaron de explicarlo en detalle.
Claudio Naranjo lo vinculó al estudio de la personalidad y lo integró en el conocimiento psicológico moderno.
Actualmente, el eneagrama está considerado como el sistema de identificación de personalidad más completo, sofisticado, práctico y útil, jamás descrito.
Estructura y funcionamiento
La palabra eneagrama deriva del griego ennea gramma, que significa figura de nueve lados. De ahí que, tal y como ilustra la figura 1, el eneagrama esté representado por una estrella de nueve puntas inscrita en un círculo.
El círculo representa el mundo y, las puntas, las diferentes maneras de percibirlo. Para identificar mejor cada variante, se le asignó una cifra y un nombre a cada una, constituyendo así los nueve tipos distintos de personalidad:
1. El perfeccionista
2. El altruista
3. El ejecutor
4. El romántico
5. El observador
6. El leal
7. El epicúreo
8. El jefe
9. El mediador
Ningún eneatipo es mejor o peor que otro; simplemente, cada uno es diferente.
A cada eneatipo se le atribuyen unas virtudes y unos defectos básicos, que han llegado a compararse con los nueve pecados capitales de la Divina Comedia de Dante, gran conocedor del eneagrama.
Mientras que las virtudes simbolizan las fuerzas que impulsan hacia el crecimiento y el desarrollo personal, los defectos representan las fuerzas que impulsan hacia comportamientos conflictivos. Del equilibrio entre ambas surgen las diferencias individuales de cada eneatipo. Así pues, dentro del mismo eneatipo, podemos estar más o menos evolucionados, según tengamos más desarrolladas unas características u otras de nuestra personalidad.
Asimismo, las flechas (Fig. 1) y las alas, que conectan y delimitan a cada número, también influyen sobre el comportamiento de cada uno de ellos.
En la actualidad , se ha clasificado a los nueve tipos en tres grupos: el cordial, el cerebral y el visceral.
Al grupo de los cordiales, constituido por los eneatipos 2, 3 y 4, les caracteriza su afán por establecer relaciones cordiales y su necesidad de agradar a los demás. El dos asume el rol de ayudador y actúa de modo afectuoso; el tres muestra su lado más positivo, en función de los convencionalismos sociales del momento; y el cuatro intenta expresarse a sí mismo presentándose como alguien original y diferente.
Los eneatipos 5, 6 y 7 conforman el grupo cerebral del eneagrama. Su máxima es enfrentarse al miedo existencial. Así pues, el 5 se cobija en su conocimiento, el 6 se rebela contra la autoridad y el 7 elude el miedo y las emociones desagradables en general.
Por último, el grupo visceral, compuesto por los eneatipos 8, 9 y 1, centra sus problemas en la impulsividad y la cólera. Mientras el ocho rehuye manifestar su ira, el nueve desconoce su propia capacidad agresiva y el uno la reprime.
Si bien es cierto que las mejores relaciones se dan entre los eneatipos de un mismo grupo, la comunicación con los restantes es necesaria para el equilibrio personal de cada uno en particular.
Principios Fundamentales
La pertenencia a un eneatipo determinado es innata, es decir, la elección no es voluntaria. Esto se debe a que, cada eneatipo, en función del ambiente familiar que haya tenido, adopta inconscientemente un mecanismo de defensa que desarrolla en su edad adulta. Dicho mecanismo cumple la función de encubrir los motivos ocultos por los que se comporta de un modo en concreto.
Pese a que nos podamos ver influenciados por otros eneatipos o incluso apropiarnos de algunas de sus características, mayoritariamente nos comportamos según el esquema del nuestro.
Los nueve tipos de eneatipos
ENEATIPO 1: EL PERFECCIONISTA
El eneatipo 1, integrado en el grupo visceral, suele calificar de muy dura su infancia. Esta afirmación es cierta en cuanto a que, durante su niñez, fue severamente criticado o castigado. Para escapar de los problemas, se obsesionó intentando ser bueno y correcto en todo momento. No es de extrañar, entonces, que el uno sea perfeccionista, meticuloso, auto disciplinado, cumplidor e hipercrítico con los demás, con el enorme sacrificio y el gran control interno que ello conlleva.
Al perfeccionista le aterra tanto cometer errores, que con frecuencia antepone el deber al placer. Para él, sólo hay una forma correcta de hacer las cosas: la imperfección le irrita. Además, tiende a la corrección en las formas, al control de sus reacciones, a la rigidez y a la falta de espontaneidad. Cree estar dotado de un alto sentido ético y moral y es respetuoso hacia las reglas y normas sociales. Su elevado nivel de exigencia le lleva a una fuerte ira interna, que reprime y sólo manifiesta de forma racionalizada, corrigiéndose y corrigiendo a los demás, defendiendo con ahínco lo que cree justo.
En contraposición a esta rigidez tan característica de su eneatipo, el uno se distingue positivamente del resto, por su capacidad de concentración en el trabajo bien hecho.
Eneatipo 2: El atruista
Este eneatipo, incluido en el grupo de los cordiales, también es conocido como el ayudador del eneagrama.
De muy niño aprendió que, para ser querido y aceptado, debía ser siempre agradable y afectuoso. Asimismo, se acostumbró a actuar satisfaciendo las necesidades ajenas. En consecuencia, ya de adulto, siguió basando su comportamiento en la búsqueda de aprobación. De hecho, el núcleo más importante de su vida son las relaciones. Tiene la imperante necesidad de sentirse amado, protegido e importante en la vida de los demás, para satisfacer su necesidad encubierta de amor.
Al dos le gusta ayudar a los demás y sentirse imprescindible, pues necesita sentirse necesitado, tendiendo incluso a descuidar sus propias necesidades, para complacer a los otros, con la secreta esperanza de que, de esta manera, será correspondido sin tener que pedir.
Su mensaje oculto es: "te doy para que me quieras". No obstante, cuando el balance entre lo que da y lo que recibe no está equilibrado, el altruista se siente explotado y decepcionado. Es en estos momentos cuando exterioriza su mayor defecto, el orgullo. Sin embargo, también se sirve de la manipulación para obtener los resultados deseados.
Otro rasgo destacado de su personalidad es su imagen amable y seductora.
Origen e Historia
El eneagrama es un prodigioso sistema que identifica nueve tipos distintos de personalidad, denominados eneatipos, mezclando elementos de la mística oriental con la psicología occidental.
Los orígenes del eneagrama se remontan a Oriente Próximo. Fue transmitido oralmente por los maestros sufíes hasta principios del siglo XX, momento en que se publicó el primer libro sobre el eneagrama.
Pese a que Dante y filósofos como Pitágoras y Aristóteles lo utilizaran en su obra y enseñanzas, su máximo representante fue George I. Gurdjieff, quien introdujo el término por primera vez y lo popularizó en Occidente. No obstante, fueron su discípulo, Piotr D. Ouspensky, y los psiquiatras Óscar Ichazo y Claudio Naranjo, quienes aportaron nuevos descubrimientos y se encargaron de explicarlo en detalle.
Claudio Naranjo lo vinculó al estudio de la personalidad y lo integró en el conocimiento psicológico moderno.
Actualmente, el eneagrama está considerado como el sistema de identificación de personalidad más completo, sofisticado, práctico y útil, jamás descrito.
Estructura y funcionamiento
La palabra eneagrama deriva del griego ennea gramma, que significa figura de nueve lados. De ahí que, tal y como ilustra la figura 1, el eneagrama esté representado por una estrella de nueve puntas inscrita en un círculo.
El círculo representa el mundo y, las puntas, las diferentes maneras de percibirlo. Para identificar mejor cada variante, se le asignó una cifra y un nombre a cada una, constituyendo así los nueve tipos distintos de personalidad:
1. El perfeccionista
2. El altruista
3. El ejecutor
4. El romántico
5. El observador
6. El leal
7. El epicúreo
8. El jefe
9. El mediador
Ningún eneatipo es mejor o peor que otro; simplemente, cada uno es diferente.
A cada eneatipo se le atribuyen unas virtudes y unos defectos básicos, que han llegado a compararse con los nueve pecados capitales de la Divina Comedia de Dante, gran conocedor del eneagrama.
Mientras que las virtudes simbolizan las fuerzas que impulsan hacia el crecimiento y el desarrollo personal, los defectos representan las fuerzas que impulsan hacia comportamientos conflictivos. Del equilibrio entre ambas surgen las diferencias individuales de cada eneatipo. Así pues, dentro del mismo eneatipo, podemos estar más o menos evolucionados, según tengamos más desarrolladas unas características u otras de nuestra personalidad.
Asimismo, las flechas (Fig. 1) y las alas, que conectan y delimitan a cada número, también influyen sobre el comportamiento de cada uno de ellos.
En la actualidad , se ha clasificado a los nueve tipos en tres grupos: el cordial, el cerebral y el visceral.
Al grupo de los cordiales, constituido por los eneatipos 2, 3 y 4, les caracteriza su afán por establecer relaciones cordiales y su necesidad de agradar a los demás. El dos asume el rol de ayudador y actúa de modo afectuoso; el tres muestra su lado más positivo, en función de los convencionalismos sociales del momento; y el cuatro intenta expresarse a sí mismo presentándose como alguien original y diferente.
Los eneatipos 5, 6 y 7 conforman el grupo cerebral del eneagrama. Su máxima es enfrentarse al miedo existencial. Así pues, el 5 se cobija en su conocimiento, el 6 se rebela contra la autoridad y el 7 elude el miedo y las emociones desagradables en general.
Por último, el grupo visceral, compuesto por los eneatipos 8, 9 y 1, centra sus problemas en la impulsividad y la cólera. Mientras el ocho rehuye manifestar su ira, el nueve desconoce su propia capacidad agresiva y el uno la reprime.
Si bien es cierto que las mejores relaciones se dan entre los eneatipos de un mismo grupo, la comunicación con los restantes es necesaria para el equilibrio personal de cada uno en particular.
Principios Fundamentales
La pertenencia a un eneatipo determinado es innata, es decir, la elección no es voluntaria. Esto se debe a que, cada eneatipo, en función del ambiente familiar que haya tenido, adopta inconscientemente un mecanismo de defensa que desarrolla en su edad adulta. Dicho mecanismo cumple la función de encubrir los motivos ocultos por los que se comporta de un modo en concreto.
Pese a que nos podamos ver influenciados por otros eneatipos o incluso apropiarnos de algunas de sus características, mayoritariamente nos comportamos según el esquema del nuestro.
Los nueve tipos de eneatipos
ENEATIPO 1: EL PERFECCIONISTA
El eneatipo 1, integrado en el grupo visceral, suele calificar de muy dura su infancia. Esta afirmación es cierta en cuanto a que, durante su niñez, fue severamente criticado o castigado. Para escapar de los problemas, se obsesionó intentando ser bueno y correcto en todo momento. No es de extrañar, entonces, que el uno sea perfeccionista, meticuloso, auto disciplinado, cumplidor e hipercrítico con los demás, con el enorme sacrificio y el gran control interno que ello conlleva.
Al perfeccionista le aterra tanto cometer errores, que con frecuencia antepone el deber al placer. Para él, sólo hay una forma correcta de hacer las cosas: la imperfección le irrita. Además, tiende a la corrección en las formas, al control de sus reacciones, a la rigidez y a la falta de espontaneidad. Cree estar dotado de un alto sentido ético y moral y es respetuoso hacia las reglas y normas sociales. Su elevado nivel de exigencia le lleva a una fuerte ira interna, que reprime y sólo manifiesta de forma racionalizada, corrigiéndose y corrigiendo a los demás, defendiendo con ahínco lo que cree justo.
En contraposición a esta rigidez tan característica de su eneatipo, el uno se distingue positivamente del resto, por su capacidad de concentración en el trabajo bien hecho.
Eneatipo 2: El atruista
Este eneatipo, incluido en el grupo de los cordiales, también es conocido como el ayudador del eneagrama.
De muy niño aprendió que, para ser querido y aceptado, debía ser siempre agradable y afectuoso. Asimismo, se acostumbró a actuar satisfaciendo las necesidades ajenas. En consecuencia, ya de adulto, siguió basando su comportamiento en la búsqueda de aprobación. De hecho, el núcleo más importante de su vida son las relaciones. Tiene la imperante necesidad de sentirse amado, protegido e importante en la vida de los demás, para satisfacer su necesidad encubierta de amor.
Al dos le gusta ayudar a los demás y sentirse imprescindible, pues necesita sentirse necesitado, tendiendo incluso a descuidar sus propias necesidades, para complacer a los otros, con la secreta esperanza de que, de esta manera, será correspondido sin tener que pedir.
Su mensaje oculto es: "te doy para que me quieras". No obstante, cuando el balance entre lo que da y lo que recibe no está equilibrado, el altruista se siente explotado y decepcionado. Es en estos momentos cuando exterioriza su mayor defecto, el orgullo. Sin embargo, también se sirve de la manipulación para obtener los resultados deseados.
Otro rasgo destacado de su personalidad es su imagen amable y seductora.